Nació
una leona con ojos celestes. Hasta entonces, los ojos de las leonas eran pardos
o amarillos. El nacimiento de Liora alteró a la manada. ¿De dónde venían
aquellos ojos desconocidos? ¿Era realmente hija de sus padres?
Exceptuando al rey, todos los leones
comenzaron a cortejar a Liora. Las demás leonas quedaron relegadas
y paseaban junto al río como si ya fueran viejas. El rey sabía que aquello no
era bueno para sus súbditos.
El
rey decretó que Liora no tenía los ojos celestes. Les fue prohibido a
los machos y a las hembras mencionar el color de los ojos de Liora. Y al río le
fue prohibido reflejarlos.
Los machos simplemente desviaban la mirada o mentían, mientras que las hembras estaban realmente convencidas de que el color que veían no era más que una ilusión.
Los machos simplemente desviaban la mirada o mentían, mientras que las hembras estaban realmente convencidas de que el color que veían no era más que una ilusión.
Muy
pronto los ojos de Liora dejaron de ser un impacto en la selva. La propia Liora
olvidó el color de sus ojos.
Un
hermoso león, joven y valiente, le salvó la vida dos veces- una vez de los
cazadores, la otra de una pandilla de hienas-, construyó una casa para ella y
le ofreció compartir la vida. Liora aceptó y la manada se preparó para una gran
ceremonia.
La
boda se celebraría por la noche, y durante el día llovió en el mundo como nunca
antes. El río creció hasta ponerse peligroso. Liora, nerviosa por el gran
evento de la noche, paseaba solitaria junto a la orilla.
II
Muchos
años después, cuando ya era una vieja leona, aún bella, aquel pretendiente
volvió a encontrarla. Liora vivía en un desierto, muy lejos de la selva donde
había nacido, rodeada de oasis que le proveían agua y comida.
Su
primer marido, al que conoció ya viejo, había muerto.
El
pretendiente abandonado, también ahora un viejo león, había llegado hasta aquel
sitio porque una terrible hambruna azotaba su aldea. Pero cuando
vio a Liora, supo que, más que alimento, lo que allí encontraría sería la
explicación a aquel episodio desdichado de su juventud. Quizás el más
desdichado de su vida.
-¿Escapaste con uno más joven?-
preguntó el león- ¿Más bello, que hizo más por ti?
-Escapé con uno más viejo- dijo
Liora- más feo, y que no hizo nada por mí.
-¿Quién era?
-No era de nuestra tribu. No
conocía a nuestro rey. Lo trajo el río, llegó subido a una gigantesca planta. Y
simplemente me dijo: tienes los ojos celestes.
-¿Y eso te enamoró de él?
(Marcelo Birmajer, Fábulas salvajes.)
El final no es el original. Dice el original impreso: "No. Yo me enamoré de la verdad". El sentido del cuento cambia por completo.
ResponderEliminarSaludos
Puede ser error de tipeo. No encuentro ahora el libro como para fijarme. Gracias. Saludos
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